En el sendero, marchaba a nuestro lado,
sin notar el peso de la cruel memoria,
un gallo, entre las gallinas, y su vigor desplegaba,
mas su presencia no aliviaba la desdicha.
Inventores de orgías, Maurice y sus compañeros,
creaban nuevos oficios con maravillosa destreza,
pero su lujuria ardiente sembraba el temor,
sus abrazos ocultaban peligros enmascarados.
Los lobos, congregados en sueños sonámbulos,
ocultaban la belleza tras una máscara,
mientras la realidad, divina y esquiva,
se desvanecía entre charcas de ortografía.
Añorando un tiempo pasado, amigo mío,
entre bosques conocidos y semejantes,
buscamos en el yantar la fuerza para sobrevivir,
ignorando las venenosas palabras de los frívolos.
En el honor de la iglesia y la caridad de la hoguera,
buscábamos refugio, honradez en la locura,
mientras el fuego de la vida nos consumía,
en un mundo donde la realidad se entreteje
con los sueños de los muertos.