Dispersas en las marismas de infortunio,

esas ineptas e inmundas que huríes se creyeron,

no juzgarán al pérfido viático

de siervas vaciedades.

¡Qué harapientas mujeres!
¡Qué miserables joyas!
¡Qué leprosas familias!

Jesús, qué humildad en su enfado…
Y tan de egoísmo deletéreo desprovistas

¡Más misses para las masas!

Share this post