A veces me convierto en mi enemigo,
enveneno los pozos en que bebe
la memoria y les escupo a mis dioses,
a mis monstruos metódico los cebo
Y al mejor impostor le vendo mi alma,
enmascaro de vicio mi cansancio,
dinamito los puentes
que yo mismo tendí entre mis edades,
entrego mis ciudades a los bárbaros
y rompo las promesas que me hice,
quemo la tierra que he dejado atrás
y me niego el perdón y el vaso de agua.

A veces me convierto
en mi íntimo enemigo,
cuento por decepciones mis batallas
y siempre acabo desertando
de los ejércitos que un día fui.

Manuel Moreno Díaz

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