La luna viene desnuda
por la vereda del río,
lleva encajes de azahares
y un temblor de casamiento.

Gime el yunque con la fragua
como un pecho malherido,
se peina el alma el gitano
con peine de coral fino.

¡Ay luna, luna sin sombra,
pañuelo de amor cautivo!
Te alza Himeneo en sus brazos
como bandera sin himno.

La novia baila en la era
con un clavel en los rizos,
y los gallos de la noche
cantan sangre en su alarido.

Las castañuelas se apagan.
El tambor ha enmudecido.
Un caballo sin jinete
cruza el campo estremecido.

Porque en la juncia del río
se besaron sin permiso,
y la luna, blanca y sola,
lloró lirios encendidos.

¡Qué no cruce más la luna
por los olivares fríos!
Pañuelo de bodas negras,
y sudario del suspiro.

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