El pueblo despertó tras largo duelo,
el sol quemó coronas y mentiras,
el paraíso ardió, se fue en cenizas,
mas algo nuevo empieza desde el suelo.
Los años fueron duros, sin consuelo,
los campos secos, almas sin sonrisas,
pero quedaron manos que, sin prisas,
cuidaron lo que importa con anhelo.
Aunque hay dolor, también hay esperanza,
pues del pasado nace lo aprendido,
y el otoño no siempre es el final.
Si el corazón aún late y no se cansa,
veremos florecer lo ya perdido,
y habrá futuro donde hubo mal.